A fines de abril pasado, el periodista José Ignacio López de 71 años, ex vocero del ex presidente Raúl Alfonsín, lanzó un libro en las que retrata al hombre fuerte del Grupo Clarín: Héctor Magnetto.
Titulada El hombre de Clarín. Vida privada y pública de Héctor Magnetto, y aprobada por éste, la biografía hace un repaso por sus orígenes y el suicidio de su padre, la llegada al diario fundado por Roberto Noble de la mano de Rogelio Frigerio, su enfermedad, sus hobbies, el surgimiento del multimedios, la relación con la dictadura militar y con los distintos gobiernos constitucionales y el poder.
Lo que sigue es una entrevista al autor publicada por el diario Perfil y reproducida por lapoliticaonline.
—¿Usted le propuso el libro al CEO del Grupo Clarín, o fue al revés?
—Le propuse la idea hace un año y creo que lo enganché en un momento propicio. Fue ca- si una coincidencia: él atraviesa una situación de vida en la que uno ve el final que todos sabemos que tenemos. Pero una cosa es saber que un día te toca llegar al final y otra es verlo medio… La coincidencia está en asumir que es preferible que su historia la cuente él antes que otros; eso ayudó a que aceptara. Desde un primer momento le dije: “No me voy a quedar sólo con los que vos me cuentes”. O sea que no iba a escribir su panegírico, tampoco iba a hacer una porquería. Que haya dicho que sí fue un gesto de confianza que valoro porque me permitió poner el reflector en alguien que cultivaba un bajo perfil; era más un mito o una leyenda. Procuro hacer una contribución a la historia del periodismo. No es un caso común ni un editor común.
—O sea que su enfermedad lo impulsó a querer su biografía.
—El libro empieza con Magnetto sólo en la clínica de Chicago, antes de operarse. Intento que quede claro que ésta es la decisión de un hombre que ve su final y dice: “Yo cuento mi historia”.
—¿Cómo lo conoció?
—La relación más directa la tuve durante el gobierno de Alfonsín. El presidente se reunió con Ernestina Herrera de Noble algunas veces, en las que siempre estuve. Ahí lo conocí, aunque no tuve trato. Después, en 1992 vuelvo a trabajar en La Nación, cuando con Clarín compran la Voz del Interior y Los Andes de Mendoza, y soy delegado editorial en Cimeco (N. de la R.: la semana pasada Clarín compró las acciones y se convirtió en el único dueño de este holding). Ahí volví a ver más a Magnetto en las reuniones de directorio.
—¿Lo considera una de las personas más influyentes del país?
—En el libro digo que es un hombre de poder. Supongo que a él esa descripción no es de las que más le gustan, pero creo que es la verdad.
—¿Cómo fueron las entrevistas?
—Había muchas cosas dictadas por él. Eso facilitó todo porque hay que tener en cuenta las operaciones. El tiene dos episodios de salud, uno en 2006 y otro en 2007. Eso está todo contado en el libro sin entrar en el detalle médico. Si me dicen qué cáncer padece, sólo sé que fueron dos y todos en esta zona (se señala la garganta). Después de la operación costaba bastante entenderlo, por lo cual hay muchas cosas escritas. Ahora se le entiende bastante mejor, pero la sensación de su entereza me queda grabada. En algún momento utilizaba un aparatito. Cuando se daba cuenta que no le entendía, escribía, eso salía en una pantallita y además salía en audio con una voz neumática. Estuvo en Chicago varios meses: cuando le hicieron el tratamiento, y después de la operación, también estuvo, pero menos tiempo.
—¿Cuáles fueron sus otras fuentes?
—Hablé con muchos, como Carlos Menem, José Alfredo Martínez de Hoz, Marcos Cytrynblum y Joaquín Morales Solá. Gente que hoy está en el diario y otros que ya no. Una de las grandes historias del libro es la desaparición del desarrollismo de Clarín. También toda la historia de Papel Prensa, y para eso hablé con Bartolomé Mitre y con Fernán Saguier, entre otros.
—¿Desde qué momento se cuenta la vida de Magnetto?
—El libro es la historia de Magnetto, sus orígenes, su relación con sus viejos y el suicidio de su padre. Y también es la historia de Clarín: a los 28 años ingresa al diario, en 1972, de la mano de Rogelio Frigerio; por eso el episodio del divorcio con el desarrollismo fue políticamente importante.
—¿Magnetto se autoconstruyó como un mito?
—El es un personaje. Tanto afán por cultivar el bajo perfil que terminó convertido en una leyenda. En el libro desmitificó algunas cosas. Cuento lo que creo que es la verdad: no hay duda que es un hombre del poder que terminó siendo presa de algo que él mismo había cincelado con su empeño de no aparecer.
—¿Por qué un hombre con tanto poder cultiva ese perfil ?
—El ha variado, y en el libro surge bastante eso. Casi como que no sé si fue consciente. Me parece que ya hace un tiempo que tiene apariciones públicas mucho más notorias y responsabilidades públicas más conocidas. Es integrante y fundador de la Asociación de Empresarios Argentinos (AEA) y miembro del Foro Iberoamérica.
—¿Cómo logró convertirse de un contador que venía de Chivilcoy a un hombre tan poderoso? ¿Cómo lo describiría?
—Es un tipo agradable, culto, que sabe mucho de pintura y le gusta la ópera. Un hombre con mucha formación. Evidentemente, era un muchacho inteligente, y Frigerio –un intelectual brillante de la Argentina– algo le debe haber visto cuando lo pesca en la facultad y lo lleva a trabajar con Arturo Frondizi. Frigerio es su padre político e intelectual.
—Así como quiso dejar su historia en un libro, ¿Magnetto ya tiene armada su sucesión?
—El dice que sí, que ya está resuelto. También se habla de eso en el libro. Por primera vez hay un 18 por ciento de acciones que son de Goldman Sachs.
—¿Conversó en los últimos días con él sobre el conflicto entre Clarín y el Gobierno?
—Hace más de veinte días que no hablo. En la biografía se cuentan las relaciones no con este Gobierno, sino con el poder. Teniendo en cuenta todo esto que está pasando, estoy tentado de llamar a Luis D’Elía y a todos para agradecerles, porque supongo que están trabajando haciendo marketing por el libro (risas).
—¿En qué lugar quedó la vida privada de Magnetto?
—Vivió en el diario y para el diario. Hay otro fenómeno interesante que tampoco es frecuente en grandes empresa o multimedios, que es el trío. En realidad el diario son tres compañeros de la facultad, y él es el primero que desembarca. Atrás lo sigue casi inmediatamente José Antonio Aranda, y Lucio Pagliaro, muy poquito después.
—¿Qué fue lo que más le sorprendió a lo largo del trabajo?
—No sabía que Magnetto fue secretario de Frondizi por un tiempo. Y tampoco conocía las amenazas de Emilio Massera a él y a Mitre. Y corrijo mi visión previa a conocerlo: no es un tipo frío. Creo que es un prejuicio que él alimentó.
—¿Magnetto hace alguna autocrítica?
—Hay varias en el libro.
—¿Cómo cuáles?
—Para eso hay que leerlo.
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